Cada 22 de marzo, Puerto Rico celebra el Día de la Abolición de la Esclavitud, recordando el momento en 1873 en que se puso fin legalmente a casi cuatro siglos de esclavitud en la isla. Este acontecimiento marcó un antes y un después en la historia puertorriqueña y dejó una profunda huella en la identidad cultural y la memoria colectiva del país.

El camino hacia la abolición

En el siglo XIX, mientras muchas naciones latinoamericanas ya habían abolido la esclavitud, Puerto Rico —aún colonia española— mantenía a casi 30,000 personas en condición de esclavitud, representando el 5% de su población. La presión de movimientos abolicionistas locales y reformas en España llevó a que el 22 de marzo de 1873 se aprobara la ley que liberó a los esclavizados.

Aunque la ley significó libertad legal, impuso condiciones: los nuevos “libertos” debían trabajar durante tres años más bajo contrato, usualmente con sus antiguos amos, y no podían votar sino hasta cinco años después. A pesar de estas restricciones, la noticia fue recibida con júbilo. En ciudades como Ponce, se celebraron fiestas, ceremonias religiosas y actos cívicos. La transición fue pacífica, gracias en parte a líderes como Ramón Baldorioty de Castro, quien pidió interpretar la ley como un compromiso con el trabajo y el progreso de la isla.

La resistencia y el protagonismo de los esclavizados

La abolición no fue un regalo, sino el resultado de luchas múltiples. Intelectuales como Betances, Ruiz Belvis y José Julián Acosta presionaron desde el ámbito político, mientras que los esclavizados resistieron desde dentro: escapaban, se rebelaban, se negaban a obedecer o iniciaban procesos legales. Esta combinación de presión política y resistencia cotidiana hizo inevitable el cambio.

Puerto Rico abolió la esclavitud antes que Cuba (1886) pero después que Estados Unidos continentales (1865), situándose en medio de las últimas sociedades americanas en hacerlo.

La herencia afrodescendiente en la identidad puertorriqueña

La abolición dio paso a una sociedad oficialmente libre, pero las estructuras racistas persistieron. Los antiguos esclavos y sus descendientes siguieron enfrentando pobreza, discriminación y exclusión política. Sin embargo, también comenzaron a influir y enriquecer profundamente la cultura nacional.

Desde la bomba y la plena hasta la gastronomía, la religión y el idioma, la presencia africana es pilar fundamental de la identidad boricua. Figuras afrodescendientes han destacado en todos los ámbitos: arte, medicina, derecho y política. Como dijo el historiador Luis González Vales, “trajeron su cultura, que se mezcló con la de aquí y la enriqueció”.

Aun así, persisten los prejuicios. Durante décadas, predominó un ideal de “blanqueamiento”, negando o minimizando la herencia africana. Ana Irma Rivera Lassén ha señalado cómo este fenómeno afecta la autoestima y la conciencia racial de muchos puertorriqueños. Hoy, aún se lucha contra estereotipos raciales y desigualdades estructurales.

Un tema común en América Latina

Puerto Rico no está solo en esta historia. En todo el Caribe y América Latina, la abolición fue solo el primer paso. Muchos países siguen enfrentando las secuelas del racismo estructural. Algunos, como Jamaica o Barbados, han impulsado movimientos por reparaciones históricas. En Puerto Rico, en cambio, ha predominado una narrativa de integración cultural y mestizaje.

Sin embargo, el Estado ha comenzado a actuar: en años recientes, se designó la Semana de la Abolición de la Esclavitud como espacio oficial para promover la erradicación del racismo y afirmar la identidad afrodescendiente.

El valor de los documentos históricos

Para comprender a fondo este proceso es fundamental conservar los documentos históricos. Textos legales, censos, periódicos, escrituras notariales y registros eclesiásticos permiten reconstruir vidas, luchas y comunidades de personas que fueron esclavizadas.

Un ejemplo clave es el Registro Central de Esclavos de 1872, que incluye datos sobre nombre, edad y procedencia de cada persona esclavizada. También se conservan ediciones de La Gaceta de Puerto Rico que anunciaron la abolición, y anuncios de esclavos fugitivos que muestran la crudeza del sistema.

Estos documentos no solo validan la verdad histórica; también sirven para educar, crear conciencia y conectar emocionalmente con el pasado. Exhibiciones organizadas por el Archivo General de Puerto Rico y el Instituto de Cultura Puertorriqueña han expuesto estos materiales al público para fomentar la reflexión y el aprendizaje.

Conclusión: recordar para avanzar

El 22 de marzo es más que una fecha histórica: es una oportunidad para reflexionar sobre la libertad, la dignidad y la justicia. Es también un recordatorio de que la lucha por la igualdad racial sigue vigente. Reconocer la herencia africana, valorar los aportes de la comunidad afrodescendiente y combatir el racismo estructural son tareas que aún deben completarse.

El Día de la Abolición de la Esclavitud en Puerto Rico nos invita a mirar atrás con respeto, y hacia adelante con compromiso. Porque solo recordando y comprendiendo nuestro pasado podemos construir un futuro más justo e inclusivo.

Anthony Rodríguez
Acerca del autor

Anthony Rodríguez

Director de Proyectos de U.S. Language Services LLC
Graduado en Administración de Empresas por la Universidad Hardin-Simmons y bilingüe en inglés y español.
Anthony es un apasionado del aprendizaje y se inscribe constantemente en nuevos cursos sobre una amplia gama de temas que van desde los negocios hasta las finanzas y el comercio internacional.
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